Doña Mina, mi suegra, que en paz descanse, tenía una actitud frente a la vida realmente aleccionadora.
A ella le tocó bailar con la más fea en muchas cosas como vivir la crisis del 28 con un niño recién nacido y su marido en el extranjero, sin trabajo e intentado sobrevivir a como pudiera. La muerte de su hijo menor por sarampión que se disfrazó de escarlatina, enfermedad que todos estaban pasando en ese momento. Estas pestes han quedada atrás con las vacunas pero no desterradas del todo lamentablemente.
Todo esto no le produjo ninguna amargura sino aprendió a disimular o sobrellevar sus problemas sin que nadie se diera cuenta, por eso no aceptaba que nadie se quejara en su presencia con un Nada de malas noticias, me cuentan cosas simpáticas o se callan.
Le gustaba reírse de ella misma pero mejor si era del resto. Disfrutaba las bromas y más aún hacerlas y muchas veces llegaron demasiado lejos en este sentido. Para muestra un botón.
Doña Mina, hermanos, hijos, nueras, amigos, familiares y medio barrio se juntaban en su casa los días sábados a jugar cartas con pequeñas apuestas para ponerle salero, nada del otro mundo. En ese tiempo había una situación política complicada y eventualmente se allanaban las casas buscando armas, persiguiendo comunistas o fantasmas y dependía muchas veces de algo tan ilógico como que un vecino tuviera un disgusto con otro para denunciarlo de cualquier cosa que hiciera merecedora a esa casa de una búsqueda y requisa.
Como comentaba, estaban en uno de esos sábados cuando llega Bernal, el más desastrozo de mis cuñados y golpea la puerta y en forma estentórea dice ABRAN LA PUERTA, ESTÁN RODEADOS y dentro de la casa todo el mundo a correr al patio, saltar tapias, buscar cómo desaparecer naipes y cigarros porque licor si no había y los que allí quedaron estaban como un auto en mínima, solo temblores. Entonces él hace su entrada triunfal y mientras uno de los vecinos cayó en el pozo séptico de otra persona porque lo estaban limpiando. Hasta el día de hoy, al menos 50 años después no pueden hablar de la risa que les causa esta anécdota.
Ya que doña Mina tenía tres hijos hombres y solo una hija otra de sus máximas fue Si uno de mis hijos se enamora de una gorila, bienvenida a la familia. Por eso, en las disputas familiares ella tomaba partido por las nueras y si estaba de acuerdo con su hijo simplemente no decía ni una palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario