Mi cuñado tiene más cuentos, aventuras y desventuras que Simbad el marino, Sandokan, Indiana Jones y Mc Guiver juntos.
Un día estaban él y mi marido conversando sobre fiestas, comidas, licores y Edgar contó que tenía un coñac de muy buena factura y que, como la guinda del postre, lo tomaba solo después de alguna comida de todo su gusto o en ocasiones muy especiales.
Bernal le refutó diciendo con todas sus ganas “¡¡No seas tonto!! Tómalo sin necesidad de una ocasión especial. Mira: cuando me casé con Anita (una viuda de muy buen ver) en su casa encontré cinco botellas de muy buen coñac que su marido se había traído de Francia e hizo lo mismo que tú, tomar un traguito de vez en cuando, ¿y quien se tomó el coñac? ¡¡Pues, YO!!”
Debido a esta anécdota en la familia, cuando alguien está enfermo le dicen que mejor se tome el coñac.
No hay comentarios:
Publicar un comentario