En Chile había una costumbre entre los obreros agrícolas de ayudarse entre ellos y si uno no podía ir a trabajar, y entonces enviaba a algún conocido, amigo o familiar a pagar el día. Por lo que he visto esta semana, esto sigue vigente también en Costa Rica.
Camino a casa veo muy frecuentemente una señora mayor y robusta sentada en una silla de ruedas, empujada calle arriba y calle abajo por un joven flaco y largo quien realmente se gana lo que le paguen dada la humanidad de la ciudadana. No es por discapacidad o enfermedad de la mujer, sino su forma de hacerse un sueldo.
Camino a casa veo muy frecuentemente una señora mayor y robusta sentada en una silla de ruedas, empujada calle arriba y calle abajo por un joven flaco y largo quien realmente se gana lo que le paguen dada la humanidad de la ciudadana. No es por discapacidad o enfermedad de la mujer, sino su forma de hacerse un sueldo.
Hace mucho decidí que no contribuiré a mantener ningún drogadicto, alcoholico, medicinas para chiquitos (acá las dan en el Seguro Social y gratis) ni menesterosos a granel -con engaños o sin ellos- porque no los ayudo en nada y más bien fomento una mala costumbre.
Grande fue mi sorpresa cuando me encuentro en el mismo lugar el mismo flaco y largo, con la misma silla, pero sentado en ella otro chiquillo flaco y largo haciéndole el día a la robusta señora, lo que me confirmó mi propósito de no ayudar con limosnas de ese tipo.
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